Mi nombre es Karin Loch, tengo 23 años.
Hace poco me titulé como cientista política, después de muchos sacrificios, que quienes no me conocieron realmente durante la carrera, dirán que esos sacrificios no existieron.
Yo estaba enferma. Sufría de obesidad. Sí, eso es una enfermedad, bastante compleja, por cierto.
No se imaginan todas las consecuencias que esto trae, no sólo a nivel físico, sino también sicológico.
Inseguridad, timidez, complejo de inferioridad, pánico a la gente, miedo a ser juzgada por mi apariencia, formar una coraza de apariencia ruda como sistema de defensa, entre otras cosas.
Todas estas cosas hicieron que mis años en la universidad fueran complejos.
Esa sensación de odiar a todos y que, a veces, me daba un pánico que me paralizaba para exponer e incluso para ir a clases.
Claro, algo bueno saqué de ello: buenos amigos (aunque pocos) y mi título.
Hoy, con muchos kilos menos trato de superar todos mis traumas y complejos. Día a día es una lucha frente al espejo para sentirme linda y con un cuerpo diferente.
Es difícil pero se puede. La comida ya no es tema para mí, y lo agradezco.
Me siento diferente, saludable, capaz de correr 7 kms sin morir, capaz de eso y más.
Puedo decir que hoy me siento feliz conmigo misma, a pesar que me sobran unos kilos (que son los menos).
Doy gracias a mis papás (por el apoyo y por pagarme la operación), a mis herman@s y sus polol@s, a mi amorcito Álvaro y por supuesto a mi kinesióloga estrella, Erika.
A veces cuesta convencerse de los cambios, pero finalmente creo que todo ha sido para mejor.
Si alguien está pasando por los mismos problemas que yo pasé, no duden en contactarse conmigo. En estos casos se necesita del mayor apoyo posible.
Besos!